Historia y origen del Charango
El charango nace de la modificación de un instrumento de cuerda de origen europeo en la región altiplánica de los Andes durante la época colonial.
Generalmente se menciona a la mandolina como el instrumento en que se basó la confección del charango, pero también se señala a la vihuela como la base para su construcción. En cuanto a la región de procedencia del charango en un lugar muy enlazado por vínculos culturales y territoriales entre Perú y Bolivia, no existe un consenso certero en lo que respecta a su origen, lo que origina una acentuada diferencia por la popularidad y singularidad de este instrumento.
Generalmente se menciona a la mandolina como el instrumento en que se basó la confección del charango, pero también se señala a la vihuela como la base para su construcción. En cuanto a la región de procedencia del charango en un lugar muy enlazado por vínculos culturales y territoriales entre Perú y Bolivia, no existe un consenso certero en lo que respecta a su origen, lo que origina una acentuada diferencia por la popularidad y singularidad de este instrumento.
Si bien el proceso de creación del charango debe haber ocurrido durante el siglo XVI o XVII —etapa tardía de la colonización española—, es del siglo XIX el primer registro que se tiene de su uso.
Es así como en las portadas de varias iglesias del siglo XVIII, en el departamento de Potosí que hasta 1776 pertenecía al Virreinato del Perú, aparecen figuras o imágenes del charango. El peruano Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) gráficó en sus obras la utilización de este instrumento. En un documento escrito en el año 1814 un clérigo de Tupiza, (Bolivia), al referirse a los charangos, dice que son «unos guitarrillos muy suyos, que por acá se llaman charangos». Turino, por su parte, ha ubicado representaciones de sirenas tocando posibles charangos en algunas iglesias coloniales de mediados del siglo XVIII en el altiplano peruano y en Bolivia, lo cual dataría al instrumento a una fecha más temprana.
Hasta los años cincuenta del siglo XX aparentemente el charango solamente se tocaba en las regiones rurales, y era muchas veces despreciado por los habitantes de las ciudades, considerado un «instrumento de indios». A partir del año 1944 el boliviano Mauro Núñez en Bolivia y Argentina, empezó a divulgar la música folclórica con charango y también a renovar la música de este instrumento, creando un estilo propio que ha dejado huellas en la música andina hasta hoy. Fue él quien por primera vez llevó el charango a las salas de concierto. Mauro Núñez también se dedicó a la construcción de charangos, y gracias a él se ha estandarizado el «charango urbano» como lo conocemos hoy.
A partir del año 1950 Jaime Guardia empezó a difundir la música de charango de Ayacucho, en el Perú, con mucho éxito.
En los años cincuenta y sesenta se empezó a popularizar el charango en Argentina y Chile, y también en Francia y otros países europeos.
A partir de los años sesenta, músicos y grupos de Argentina y Perú (como Jorge Milchberg y los hermanos Arguedas), y de Bolivia (como Ernesto Cavour) con Los Jairas, William Ernesto Centellas, Eddy Navía, con sus giras llevaron la música del charango a todo Europa, los Estados Unidos y Japón.
En La Paz (Bolivia), el 6 de abril de 1973, bajo la iniciativa fundamental de William Ernesto Centellas contando con la colaboración de Abdón Caméo y Ernesto Cavour Aramayo fue constituida la Sociedad Boliviana del Charango que desde 1997, cada dos años organiza el Congreso Nacional del Charango, junto al evento Encuentro Internacional de Charanguistas.
Popularmente se conoce como la cuna del charango al departamento de Potosí (Bolivia), mientras que hoy en día la capital de este instrumento está en la población boliviana de Aiquile, ubicada en el departamento de Cochabamba, debido a que en ese lugar se realiza el festival de charango más importante del mundo.
En el pasado, el charango era elaborado de madera y caparazón de armadillo. Actualmente, y para no sacrificar estos animales, es elaborado de madera completamente o inclusive de papel, con el propósito de evitar la extinción de los armadillos.
El charanguista boliviano Ariel Villazón tiene una teoría interesante sobre el origen del charango. Él piensa que su origen resultó de una variante directa del timple de las Islas Canarias, es decir que el charango es un timple canario modificado. Las similitudes con la vihuela y la mandolina no parecen ser tan contundentes como las que tiene con el timple canario. Su hipótesis se basa en tres puntos clave: primero, la construcción y el tamaño son idénticos; segundo, las notas son las mismas en algunas de sus afinaciones; y por último, el propio término "charango" proviene de las charangas españolas, que son parecidas a las tunas o comparsas. Posiblemente los emigrantes hispanos solían interpretar en sus comparsas (charangas) acompañados de timples. De ahí el nombre de «charango».
Otra coincidencia adicional y clara se puede observar en la forma abombada de la caja de resonancia del instrumento. También sugiere que la evolución desde el timple al charango se dio cuando los materiales para encordar cambiaron de fibras animales a nylon y otros. Seguramente a algún constructor se le ocurrió, al sustituir las cuerdas de tripa de gato por las de nylon, duplicar la cantidad de cuerdas para mejorar su sonoridad, siendo la única novedad la MI octava del centro.
Fragmento "Leyenda del charango"
Un indio abandonó su pueblo natal en las alturas en busca de mejor vida, yendo a afincarse como colono en las zonas de montañas y, cansado de los abusos, decidió regresar a su pueblo, tomando consigo a su mascota, un pequeño armadillo. Extraviados, ambos pasaron mil penurias, mas durante todo ese tiempo el animal consoló al indio cantándole hermosas melodías. Después de varios días de hambruna, el quirquincho murió de inanición, pidiéndole al hombre que comiera de sus carnes para salvarse. El indio agradecido por el sacrificio de su mascota tomó su caparazón e hizo de él un instrumento con el cual él pudiera cantar con su amigo".
(Julio Mendívil)
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